lunes, 4 de septiembre de 2017

Radón sin control en los edificios españoles –Parte I de III-

Para muchos ciudadanos españoles el radón es el elemento químico que, de vez en cuando, aparece en los crucigramas de los pasatiempos, cuyo símbolo requerido es Rn. Pero para el resto de residentes europeos y norteamericanos, es un gas radiactivo que constituye la primera causa de cáncer de pulmón en no fumadores y que se acumula, al ser más pesado que el aire, en mayor o menor grado en los sótanos y plantas bajas de todos los edificios.


La UE publicó en 2013 una legislación para que los gobiernos nacionales tomaran medidas para paliar los daños que causa este gas nocivo en la población europea, con un plazo de implantación de 5 años. Por tanto, las autoridades españolas tendrán que modificar el Código Técnico de la Edificación para que entre en vigor en febrero de 2018, y así se puedan empezar a tomar medidas para controlar las concentraciones de radón en viviendas y lugares de trabajo; tras 30 años de alertas científicas ignoradas en España, no así en los demás países de nuestro entorno. Los organismos internacionales identificaron al radón como una sustancia que provoca cáncer de pulmón ya en la década de los 50 del pasado siglo y como consecuencia de ese reconocimiento establecieron medidas para proteger a la población y a los trabajadores que pudieran verse afectados.


Para prevenir sus efectos dañinos deberemos responder a varias cuestiones. Cómo se origina? Qué efectos tiene sobre la salud? Cuáles son las concentraciones a partir de las cuales es más dañino? Cómo penetra en los edificios? Cuáles son los terrenos más propensas a producir cantidades importantes de Radón? Cuáles son las formas y métodos constructivos más efectivos para impedir que se acumule en los edificios? Es por eso que le dedicaré tres artículos en nuestro blog. Vayamos por partes.


¿Cómo se origina el Radón?

Radón, es un gas del grupo de los gases nobles que se encuentra de forma natural en la corteza terrestre, es inodoro, incoloro e insípido, por tanto para detectarlo deberemos realizar mediciones específicas. Lo estamos respirando ahora mismo todos los que pasamos por las plantas bajas de los edificios, esperemos que en concentraciones bajas. Procede de una cadena de descomposición radioactiva, cuyo elemento principal es el Uranio-238, del cual, cuando se va desintegrando, se genera el Radio-226, y posteriormente el Radón-222 continuando entre otros con el Polonio-218, Plomo-210, para terminar en el Plomo 206 que ya es estable e inocuo. Fue descubierto en el año 1900 por el físico alemán Friederich Ernst Dorn.


Entre sus características físicas cabe destacar su alta solubilidad en el agua, y su estado gaseoso, el cual le confiere una gran capacidad para desplazarse por el subsuelo. Con el tiempo suficiente, es capaz de atravesar casi cualquier tipo de material incluido el hormigón. El radón está presente, en mayor o menor grado, en toda la corteza terrestre. La composición de esa corteza es muy diversa, pero todos sus componentes tienen un cierto contenido en uranio. Los edificios construidos sobre suelos con mayor contenido en uranio son los más peligrosos para los seres humanos por su contenido en radón. Dentro de ellos cabe destacar los que tienen granito [1]. Ya veremos más adelante que existen mapas del radón de todo el estado español.


Algunos elementos de esa descomposición tienen una vida radiactiva de 22,3 años, como el Plomo-210, aunque causa menos daños por ser un metal pesado. Actualmente los científicos estiman que de la radiación total que cualquier ser humano recibe de cualquier fuente, más de la mitad proviene de la inhalación de gas radón y sus derivados de vida corta. Esta circunstancia se da principalmente en lugares cerrados o con ventilación insuficiente (léase plantas bajas de viviendas, garajes y lugares de trabajo) en los que la concentración del gas radón será más elevada.


Una curiosa historia.-

Desde el siglo XVI se conocía que los mineros, en relación a los demás oficios, desarrollaban enfermedades respiratorias que aumentaban su mortandad. Ya en el siglo XIX se pudo certificar que los trabajadores de las minas morían por cáncer de pulmón, hasta ese momento no se le puso nombre a la enfermedad. No fue hasta mediados del siglo pasado que se relacionó la exposición al gas radón con el cáncer de pulmón, ver el informe BEIR VI (Biological Effects of lonizing Radiation VI).


A pesar de que estaba documentada la relación del gas radón con el cáncer de pulmón en los mineros, no se sospechaba que el radón se podía concentrar en cantidades peligrosas en viviendas y lugares de trabajo en superficie, exponiendo a sus pobladores de forma inconsciente a sus perniciosos efectos. Esta circunstancia cambió en diciembre de 1984, durante la construcción y puesta en marcha de la central nuclear de Limerick, en el estado de Pensilvania. En la cual, todos los trabajadores, al iniciar y finalizar su jornada laboral, debían pasar por unos arcos detectores de radiactividad. Pues bien, uno de ellos, el ingeniero de construcción Stanley Watras, disparó en varias ocasiones los monitores de radiación al entrar al lugar de trabajo. Además, se daba la circunstancia de que todavía no había material radiactivo en la planta, por tanto no se había podido contaminar en ella. El empleado era descontaminado para realizar su jornada laboral y al finalizar ésta volvía a su nueva casa “limpia de radiaciones” cerca de la población de Boyertown. Tras dos semanas de investigación, los científicos de la central pudieron determinar que el origen de la radiación estaba en el sótano de la vivienda de Stanley, en el cual pudieron medir 16.000 Bq/m3 (Bequerelios por metro cúbico) dando así lugar al llamado incidente Watras.


Este acontecimiento tuvo un gran impacto entre los vecinos de la zona, causando preocupación con las mediciones que se iban realizando en las diferentes viviendas. Tras dos años de investigaciones, y varios miles de edificios controlados en varios estados, se pudo determinar que de alrededor de 20.000 viviendas del estado de Pensilvania verificadas, la de Stanley era la de mayor concentración de radón de los EEUU. Estableciendo el símil de que el riesgo de habitar un día en su casa era el mismo que el de fumar 135 paquetes de tabaco en el mismo tiempo, a efectos de desarrollar un cáncer de pulmón.

En 1986 la agencia estadounidense de protección del medio ambiente EPA (Environmental Protection Agency) publicaba los informes preliminares respecto a los riesgos del radón en las viviendas. Dos años más tarde, en 1988, la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer), organismo integrado en la OMS (Organización Mundial de la Salud), clasificó el gas radón en el grupo I (el grupo de mayor riesgo), como elemento cancerígeno para el ser humano.

Efectos sobre la salud.-

Ya hemos comentado que el radón es un elemento que proviene de la descomposición del uranio y que su vez se desintegra rápidamente originando nuevos elementos. En ese proceso emite partículas radiactivas (partículas α o radionucleídos) las cuales se adhieren a las motas de polvo, polen y ácaros que flotan en el aire, que al ser respirados quedan incrustados al sistema respiratorio, teniendo la capacidad producir alteraciones en el ADN de nuestro organismo y con ello pueden ocasionar cáncer de pulmón. Es muy importante ser consciente de esta forma silenciosa de actuar para prevenir sus efectos. Por tanto, cabe establecer la siguiente relación:

·         A mayor concentración de radón por m3 de aire, más posibilidades de contraer la enfermedad tendremos; y por otro lado,
·         A mayor duración de nuestra estancia en un ambiente excesivamente cargado de radón, también habrá mayores probabilidades de desarrollar cáncer de pulmón.

Más adelante veremos en qué unidades se mide la radiación y cuáles deberían ser los niveles aconsejables por organismos internacionales para reducir sus efectos.


No hay ningún organismo que haya podido certificar un nivel seguro de radón, incluso niveles por debajo de 4 pCi/l (pico Curios por litro), - 148 Bq/m3 – suponen un riesgo que no puede ser despreciado. Los organismos internacionales encargados de proteger a salud de los ciudadanos como la OMS, recomiendan que los niveles de radón en el interior de las viviendas no superen los 2,7 pCi/l – 100 Bq/m3 - . Éste es un nivel moderadamente asumible que se puede conseguir con unos niveles de inversión asequibles, utilizando los materiales y las técnicas constructivas y/o de rehabilitación disponibles a día de hoy.


La OMS establece que el 20% de los cánceres son originados por causas ambientales. El gas radón es uno de los ejemplos más evidentes si atendemos a la clasificación de la IARC. Desde finales del siglo pasado, los países de la Unión Europea han ido desarrollando proyectos a nivel nacional para paliar los efectos del radón tanto en viviendas como en lugares de trabajo. Nuevamente la OMS trata el tema en el Código Europeo Contra el Cáncer, considerando los puntos 9 y 12 los apartados sobre los que se debe intervenir para paliar la incidencia del cáncer.

Durante el año 2005 se creó el Proyecto Internacional del Radón, en virtud del cual se publicó en 2009 el Manual de la OMS sobre el radón en interiores. A continuación os hago un pequeño resumen de la propuesta de la OMS en ese documento:

·         La exposición al radón es la primera causa de cáncer de pulmón sin contar el tabaco.
·         De todos los casos de cáncer, incluido el tabaco, entre el 3% y el 14% están vinculados al gas radón.
·         La OMS recomienda no superar niveles de 100 Bq/m3 para reducir los riesgos derivados de la exposición al radón.
·         El riesgo de desarrollar cáncer de pulmón aumenta un 16% por cada 100 Bq/m3 de aumento en la concentración del radón.
·         El riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en un fumador expuesto al radón es 25 veces mayor que en un no fumador.
·         No hay ningún nivel de concentración de radón por debajo del cual la exposición al mismo sea inofensiva.



Por otra parte, otro estudio suizo apunta a este gas radiactivo como factor de riesgo para desarrollar melanoma en gente joven. Concluyendo que el gas radón aumenta un 50% el cáncer de piel en jóvenes.
Pues bien, a pesar de todas estas evidencias, en nuestro país muchos de los profesionales vinculados con la salud pública, medicina preventiva, oncología, y la mayoría de los relacionados con el diseño y construcción de edificios como arquitectos, ingenieros, jefes de producción, ignoran los peligros que supone el radón para el ser humano y desconocen los límites que aconsejan las autoridades sanitarias a nivel mundial, comunitario o nacional (puesto que no es obligatorio tenerlo en cuenta a día de hoy) para que la concentración de ese gas radiactivo sea menos peligroso para nuestra salud. Todavía se puede encontrar por internet a quien pone en duda la relación causa-efecto establecida de forma incontestable desde el año 1950.


[1] Cabe comentar que el radón producido por las encimeras de granito de nuestras cocinas o el utilizado en suelos u otros materiales de construcción es tan mínimo que no influye significativamente en las concentraciones de ese gas en la atmósfera.


Para saber más:

Si estás concienciado/a sobre los peligros del radón, puedes sumarte a la campaña de la OCU, CLICANDO AQUÍ
Radón sin control en los edificios españoles, Parte II
Radón sin control en los edificios españoles, Parte III

Estudio SMALL CELL publicado en la revista de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), CLICANDO AQUÍ



Para bajarte el póster del Día Europeo del Radón en alta resolución lo puedes hacer, CLICANDO AQUÍ

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